En el horizonte...

-¡Tú y los tuyos tenéis las manos manchadas de sangre!

Desde pequeña esa frase había sido parte de su vida, la gente la miraba con desdén pero en muchas ocasiones con miedo.

Lucia estaba harta quería cambiar de vida ya que su pasado le perseguía...y ella era incapaz de averiguar porque desde bien niña era juzgada...los errores de sus padres en el pasado no era culpa de ella, y entorno a esos errores siempre se cernía la oscuridad. En su casa jamás se hablaba del tema...y ella a pesar que lloraba día a día frente a su madre pidiendo una explicación...siempre sus suplicas acababan en saco roto.

Cansada hizo un petate con las cosas necesarias, entro en la cocina cogió un poco de pan, queso y algo de embutido y salió de su casa con más pena que gloria.

Mientras abandonaba su hogar Lucia lloraba por dentro, a pesar de vivir juzgada entre los muros de su hogar era feliz. Sus padres José María y Antonia habían de sido siempre muy buenos con ella, por todo eso ella no lograba entender porque nadie quería hablar del "tema”...no solo ellos sino, los vecinos, y demás amigos.

En el colegio alguna vez que otra había leído esa fatídica frase en un papel mientras se ausentaba de una clase para el almuerzo...y cuando preguntaba, nadie absolutamente nadie le respondía.

No entendía tanto misterio, y porque nadie le daba una explicación.

Mientras cavilaba entre sus pensamientos llego sin darse cuenta a la estación de trenes. Pidió un billete de ida y se sentó a esperar su nuevo futuro.

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Joel era un chico apuesto y gentil, buen estudiante y muy trabajador...aunque todo eso había sido por la tenacidad de su padre para que se labrara un futuro.

Huérfano desde muy niño por parte de madre, la ausencia de esta no había sido un problema respecto a los lazos afectivos...ya que su padre vagaba cada hora entre los brazos de las mujeres de profesión descuidada. Si bien su padre era un adicto a las mujeres de vida liberal, no era un mal padre. Se había quedado viudo demasiado joven y se volcó de pleno en la bebida...a los cinco años de ver que su vida y la de su hijo se iban a un pozo sin fondo. Cambio radicalmente y empezó a vivir limpio y pendiente del bienestar de Joel.

Recién licenciado y con unos ahorros en el bolsillo decidió fructíferar y se encamino a cruzar el charco para labrarse un futuro.

Llevaba meses planeándolo y ahorrando para la ocasión, su padre estaba totalmente de acuerdo ya que en la ciudad donde vivían no había cabida para un periodista. Allí no había ni noticias, ni ningún inquietante suceso el que redactar.

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-¿No vuelvas tarde, Margarita?

-No señora descuide voy a comprar el hilo a la mercería y enseguida vuelvo.

Margarita López Visiego era la aprendiz de modista de la prestigiosa sastre y empresaria la señora Mónic Genuere casada con el vario pinto lord Kindsley. Margarita vivía con el matrimonio en una pequeña mansión en el centro de París. Sus padres sacrificaron todo lo que tenían para que Margarita fuera instruida en el arte de la costura, de ahí que ella viviese bajo la tutela de los señores genkins como coloquialmente era conocidos. Ana vendía pescado en una lonja gallega y José era marino mercante, escribían a su hija semanalmente...y Margarita cada noche releía las cartas, y con cada visita a la mercería se escapaba a correos para mandarles respuesta.

Con las manos temblorosas tiro la carta al buzón...sabía a ciencia cierta que sus padres Iván a odiarla por las duras palabras que había escrito, pero sobre todo por la decisión que había tomado. Se seco las manos y se encamino a la estación de autobuses próximo destino...Valencia...España.

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Madrid 1929

-piiiii, piiiii!!!! ¡Última parada!! ¡Señoras y señores ya hemos llegado a su destino! ¡Parada Atocha Madrid!

Gritaba a pleno pulmón el revisor.

- No olviden sus pertenencias, y esperamos desde M.Z.A (la compañía de ferrocarril de Madrid a Zaragoza y Alicante) que todo haya sido de su agrado y vuelvan a viajar con nosotros.

Lucia aturdida cogió su petate y se encamino a las escalerillas del tren.

Antes de abandonar la estación giro la cabeza para ver irse al tren...y con esa despedida cualquier rastro de la antigua lucia.

Deambulo por las calles sin saber qué hacer...había tomado una decisión pero...que IVA a ser de ella.

En Madrid no conocía nadie, tendría que buscar un trabajo y un lugar donde vivir.

Absorta en sus pensamientos no fue consciente de que estaba cruzando la calle sin darse cuenta del trafico.

Como caído del cielo el Doctor uribarri que había hecho un descanso de sus quehaceres como médico para ir a por la prensa del día y tomar un refrigerio...sin dudarlo salto sobre Lucia.

Ambos después de volar unos metros cayeron en la acera llenos de polvo y alguna que otra magulladura.

-¿Señora está usted bien? Pero en qué demonios iba pensando...

Mientras se sacudía el traje...

-Señorita si no le importa, y perdón caballero soy nueva en la ciudad.

-Ejem, ejem (carraspeo)...Soy el doctor Pablo Uribarri, ¿tiene donde alojarse? Bueno si no es indiscreción mi presunta.

-Soy Lucia Aliaga, y no, no tengo dónde hospedarme.

-Pues no se hable más. ¿Buscas trabajo? ¿Que sabes hacer?

-Soy una Excelente cocinera, bordo, limpio y estudiado inglés y francés...por mucho que solo lleve un petate me han educado en el mejor colegio de señoritas de Alicante.

-Si ya entiendo, me había dado cuenta por tu vestimenta, y por tu manera de hablar.

-¿perdón a que se refiere? ¿Qué le pasa a mi forma de hablar?

-lo decía por la intromisión en tus frases y porque alguien del servicio es mas sumiso.

-Jijijij a ok, lo siento...es que estoy nerviosa.

-No se preocupe es normal, de momento será mi invitada, hasta que averigüemos que puede hacer sin romper el decoro de una joven señorita.

Lucia afloró una tímida sonrisa...mientras pensaba en que dirían sus padres si supieran que iba hospedarse en casa de un doctor soltero y completamente desconocido.

-Gracias eres mi ángel de la guardia.

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Lo primero que hizo Joel al llegar a España fue a telefonear Argentina. Al ser solo cinco horas de diferencia horaria no tuvo problema de comunicarse enseguida con su padre Gastón. Enseguida se sintió cómodo en la capital, el dialecto era algo distinto pero no le dio ningún problema para encontrar trabajo. De hecho hace semanas que recibió una carta de aceptación en el puesto de columnista del periódico "el Heraldo de Madrid". No era el puesto que el ansiaba ya que él quería algo más de acción, pero no estaba en disposición de negarse dada su poca experiencia. Escribía de todo...anuncios, esquelas...pero ninguna crónica. Sus compañeros eran muy atentos con él, incluso muchos días después de la jornada laboral se tomaba alguna que otra copita con ellos...pero no entablaba más acercamiento con ellos. Su lema era "Joel si vos querés ser algo en la vida, estas solo”. Aunque en Juanjo si encontró un amigo de verdad, ambos vivían en la casa de huéspedes Aguilar cerca de la puerta del sol, y siempre que podían jugaban al dómino, y al cinquillo juegos que Juanjo le estaba enseñando mientras él le impartía un par de clases de tango durante la semana.

-Que Joel, ¿aprendo rápido, no? Imagínate Dorita cuando me vea...Jijijij (río inocentemente) ella que esta tan enamorada del tal Gardel...caería  rendida a mis pies.

-¡Pive, no lo dudes! Aunque no seas bóludo y fíjate bien en los pasos.

-Huy! Perdón discúlpeme Profesor.

(Ambos rieron y siguieron con sus clases).

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Queridos Papa, y Mama:

Sé que mi decisión no os va a gustar nada en absoluto, ¡pero estoy harta!

De la ciudad, de la señora Mónic.... De todo y ya no aguanto más, ya no necesito mas.

Valoro vuestro esfuerzo por hipotecar vuestra vida, para que yo tuviera un futuro.

Pero quiero volver a España, y viajar...

Si ya sé que son solo sueños, pero es que me mandasteis a Francia sin yo tener ni voz ni voto. ¿Pero si ni siquiera conozco mi país? No es un reproche, ¿pero...porque?

Ya he aprendido todo lo que me puede enseñar la señora, pero me siento estancada.

He confeccionado miles de trajes de alta costura y el esfuerzo ha sido mío pero el mérito de ella. Ojeando unas revistas, lo vi todo claro. En España, concretamente en Valencia confeccionan unos fantásticos trajes de "Fallera" creo que lo llaman...y lo he tenido claro... ¡Padres! Voy a luchar por mi sueño.

No os preocupéis por mi tengo ahorrado más que suficiente para abrir una boutique, en cuanto este instalada y tenga una dirección donde recibir respuesta a las cartas os lo haré saber.

Atentamente, vuestra hija que os quiere.

Siempre vuestra, Margarita.

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La albufera estaba intranquila, los juncos revoloteaban más de lo normal, pero eso no impidió a Julio a salir a la mar. Tenía que hacerlo ya que desde la muerte de su padre era el cabeza de familia. Lourdes su madre no daba pie con bola, después de dedicarse durante años a cuidar a su marido enfermo hasta su lecho de muerte, ahora vivía lo más duro para una madre. Andresito su hijo pequeño tenía tuberculosis por una gripe mal curada, también debido a la humedad de la Barraca donde vivían. Julio sentía verdaderamente predilección por su hermano pequeño el cual a pesar de estar enfermo le avasallaba todos los días a preguntas, que él respondía siempre con una sonrisa.

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Medico si pero soltero no, esa fue la sorpresa que se llevo Lucia nada más pisar la casa del doctor Pablo uribarri. María resulto ser la heredera de una gran fortuna y conoció a Pablo a la salida de una iglesia en Cuba donde ambos disfrutaban con sus familias de unas vacaciones, y enseguida congeniaron y se casaron. Lucia se quedo prendada del color canela de su piel, nunca en Alicante había visto a una rica señora con ese tono de tez. Enseguida congeniaron y ambas amantes en ciernes del arte de bordar.

Crearon su propio club social excluyendo al querido doctor...el cual no se sentía para nada ofensivo ya que así su mujer se entretenía, y sobre todo porque no era un arte el cual a el por ser hombre le interesara en absoluto.

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Hace más de un año que Joel esta en España y apenas le queda acento, volcado totalmente en su trabajo ha conseguido por fin una crónica. Es un tanto extraña ya que tiene que investigarla a conciencia. El redactor jefe le ha entregado los billetes hacia Alicante, es ahí donde está la trama. Al parecer un pueblecito se cierne a un oscuro misterio, un odio incondicional a la familia mas adinerada compuesta por el prestigioso ginecólogo el doctor José María Aliaga Pérez y su fiel esposa Antonia Ramírez.

Nadie en absoluto ha tenido suerte en conseguir información, pero Joel chico carismático y locuaz espera tener más suerte.

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Lo primero que pensó Margarita al bajar del autobús era lo cómoda que se sentía al respirar ese ambiente. Toda su niñez en Francia y nacida en Galicia y en Valencia se sentía como en casa. Ya tenía apalabrado un local mucho antes de abandonar París, y es allí donde fijo su camino. Paseando por las calles por fin se sentía libre y completamente feliz, al llegar a la plaza de la virgen observo atentamente una enorme fuente con un gigante Neptuno y sirenas peinadas de Falleras de cada una de las provincias de la localidad. Las ninfas llevan a cuestas un cántaro donde manaban con fuerza los chorros de agua...haciendo la imagen del conjunto una experiencia refrescante y maravillosa. Absorta en sus pensamientos y mirando fijamente a la fuente...pidió un deseo y tiro una moneda.

No sabía si por un impulso le llevo hacer tal cosa, pero lo que si sabía a ciencia cierta era que por hacer realidad ese sueño ella lucharía con todas sus fuerzas.

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-¡Las cosas se van a poner feas, madre! Tiene usted que entrar en razón y velar por la salud de Andresito.

-Hijo el padre Lucas, me ha dicho que en la capital pueden intentar salvarlo, que ante todo primero debe abandonar la humedad de la barraca...pero...hijo mío tú te matas a trabajar desde el alba hasta el anochecer para traer unos pocos duros donde subsistimos los tres. Y no me parece bien abandonarte aquí. Dejarte solo...no es justo, señor darnos fuerza.

-Madre usted ya sabe que ni su dios, ni el padre Lucas son santos de mi devoción...pero en este caso tienen razón.

-jop, jop!!! (Tosió Andresito en la habitación de al lado).

-Hijo ya voy, voy a darte un poco de caldo.

-¡Ve madre! No hay más que hablar disponga todo lo necesario para usted y Andresito y yo mismo les llevare a la ciudad. Ya sabe que no acepto limosnas ni caridad...pero mi hermano va a peor. Y no quiero que se vaya con su dios por culpa de mi orgullo.

-Hijo mío, ¿lo has pensado bien?

-Madre perfectamente, y no hay más que hablar.

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Lucia estaba muy a gusto viviendo en casa de Pablo y de María, pero se sentía mal. Estaba hospedada en una casa de unos desconocidos, sin dar ni un chelín. Y ellos no le pedían nada a cambio. Pablo estaba casi todo el di fuera de casa trabajando en su prestigiosa clínica privada, en cambio María no abandonaba jamás el hogar. Entre las paredes de la casa se demostraban un amor enfermizo pero un tanto extraño, porque por lo poco que podía observar en cada acto social solo acudía a la cita Pablo...mientras María, salía con cualquier excusa respecto a su salud. Lucia no entendía esa fascinación por vivir encerrada entre cuatro paredes aunque su jaula fuera de oro...seguía siendo una jaula.

La curiosidad le corroía las entrañas y una mañana se permitió el lujo de encararse a María y preguntar.

-María, yo ya te considero una gran amiga.

-Si yo también Lucia (le brindo una amplia sonrisa)

-Si lo sé, me lo demuestras cada día con tu compañía y hospitalidad. ¿Pero permíteme hacerte una pregunta?

-Oh en absoluto, yo estoy muy feliz de tenerte aquí conmigo y que ambas coincidamos en el amor por bordar...si dime, ¿pregunta lo que quieras?

-¿Espero que no sea una indiscreción? Pero por lo que he podido observar amas con fervor a Pablo y el parece corresponderte, ¿pero te ha prohibido salir? ¡Es que pareces vivir confinada!

(Jajaja río María nerviosamente)

-No no seas estúpida, no salgo porque no me gusta el exterior nada nuevo me trae y este es mi hogar y donde mejor estoy y mas protegida me siento.

-Protegida, ¿protegida de que o de quien?

-No seas mas impertinente Lucia, te he respondido cordialmente a lo que querías saber, no hagas que me canse y limite mi hospitalidad

-No descuida, María, lo siento.

Ambas permanecieron en silencio. La curiosidad de Lucia no se había apagado y a pesar de que María no le había dado respuesta, o más bien no la respuesta que Lucia quería oír...decidió que lo intentaría en otra ocasión con Pablo.

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Enfundado en su mejor traje y con una pequeña maleta de mano, apareció en Guadalest un pequeño pueblecito cerca de Alicante. Allí le esperaba un hombre, el cual le llevaría al hostal donde iba a hospedarse. Cuando dejo todo acomodado en su habitación, y se aseo un poco para refrescarse del viaje, cogió su bloc de notas y empezó a hacer un balance de preguntas que les iba hacer a los vecinos de la localidad. Sin más preámbulos, empezó por el colmado después por la casa de comidas...y en ambos lugares no obtuvo respuesta. Cuando estaba empezando a cansarse a pesar de su primer día, una idea le vino a la mente. Que mejor lugar donde empezar que en la inglesa, los párrocos se enteran de todo. Entro sin santiguarse desde bien niño su padre le había negado creer en nadie de arriba y mucho menos llamarlo dios. Se dirigió a la sacristía ya que la misa de la mañana recién estaba acabada y hasta la tarde no empezarían las rondas de la confesión.

-Padre, perdón que le moleste...me llamo Joel ferruchio soy periodista del "Heraldo de Madrid", en la capital de España. Estoy investigando un caso que desde años inquieta a mis jefes, ya que nunca obtienen respuesta...le importaría a su señoría ¿ayudarme?

-Hijo yo soy un hombre de dios, y solo se de confesiones. No entiendo, de embustes y chismorreos y no sé nada del Doctor José María ni de su esposa Antonia.

-Padre...yo en ningún momento he citado sus nombres.

-Oh, huy! Discúlpeme hijo tengo que prepararme para la catequesis.

(El cura se ruborizo)

-De acuerdo, Padre...aun voy a quedarme por aquí unos días. Ya tendré tiempo de volver a conversar con usted.

Joel se Alejo de l iglesia brindándole al padre una de sus mejores sonrisas. ¿Qué secretos ocultaba esa familia, y ese lugar? No iba a parar hasta conseguir sus objetivos...si quería ser un periodista de acción más le valía.

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Margarita al ver el local quedo totalmente fascinada.

Era luminoso, fresco, grande e incluso tenía arriba vivienda propia, además de un pequeño almacén con puerta trasera. No dudo ni un solo momento en pagar la fianza y coger las llaves. Tenía todo lo necesario para Montar su boutique de indumentaria valenciana. Solo le faltaba un par de chicas que le enseñasen mas sobre la moda valenciana...y por supuesto un par de maniquíes y un precioso cartel. Completamente ilusionada se puso menos a la obra.

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Julio llevaba un par de semanas sin recibir noticias de su madre y de su hermano, pero al menos sus últimas informaciones eran favorables...el párroco de la iglesia le había asegurado que no tenía por qué preocuparse. Que los gastos corrían a cuenta de la iglesia. Y que el señor velaba por él y su bienestar. Julio no tenía ninguna "fe" en el dios del que toda la gente hablaba, el a ciencia cierta lo sabia...sabía que todas las veces que se había encomendado a él, nada había surtido efecto. La primera vez fue por su mejor amigo y compañero de juegos Luis, que después de ser tropellado por un tren y perder un brazo, al final la gangrena  se lo llevo de su lado, y la segunda fue su padre...adicto a la bebida, murió ahogado en una laguna.

Por eso esta vez, no quiso encomendarse a nadie. El destino estaba escrito.

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Las noches eran frías en la mansión Uribarri, aun así nada impedía conciliar el sueño.

A excepción de una noche...una noche que hasta el frío helaba los pensamientos. Lucia no podía dormir. Iba tapada hasta las orejas y aun así no conseguía entrar en calor. Después de revolverse una y mil veces por la cama decidió levantarse. Bajo lentamente a la cocina para tomarse un gran tazón de leche caliente con miel, un remedio que nunca fallaba. Cogió su refrigerio nocturno y se sentó en una gran butaca del salón a deleitarse. Para su sorpresa, no era la única que permanecía despierta por la casa. Pablo estaba sentado junto a la chimenea leyendo un libro de anatomía. Lucia pensó que era su oportunidad de saber porque María vivía confinada en su propia casa.

-¿Una lectura muy poco ligera, no? (sonrió abiertamente Lucia).

-Bueno, un medico nunca deja de estudiar... ¿Qué sería de vosotros en manos de un simple aprendiz? Jajajajaj (río con fuerza)

-Tengo una curiosidad...un tanto peculiar, he de decir. Pero no paro de darle vueltas....

-No remolonees tanto y hazme ya la dichosa pregunta.

-No te ofendas, pero no entiendo porque María jamás te acompaña ni a una fiesta ni a ningún acto social...es un tanto extraño... ¿no, querido?

-María no es de simpatía inmediata, y le cuesta mucho hacer amigos.

-Yo la considero una gran amiga, y no tuvo ningún problema en nuestro primer encuentro.

-Entonces, no sé que responderte. Ella es dueña y señora de sus actos.

-Sí pero...

(Pablo educadamente se llevo las manos a la boca y le susurro para hacerla callar)

-Lucía si me disculpas, de seria seguir con mi lectura.

-Okey, Pablo. Que tengas buenas noches.

Ella que desde bien pequeña había vivido dentro de un secreto, sabía perfectamente cuando alguien quería ocultar la verdad...y sin duda Pablo era un perfecto encantador de serpientes.

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Joel deambulo sin rumbo por todo el pueblo, se ferraba con fuerza al misterio que se cernía entorno al prestigioso ginecólogo el doctor José María Aliaga Pérez, y una idea descabellada le vino a la mente. Estaba claro que el pueblo, la familia y la iglesia ocultaban algún oscuro secreto. Y si todo se cernía al vínculo de la familia Aliaga. ¿Tendría que ser por algo? Reflexionando, cayó en la cuenta de que el doctor era el único ginecólogo del pueblo...de ahí que todos le brindaran su silencio, por lealtad, afinidad, confianza y por supuesto comodidad. Y si el secreto iba encaminado a su profesión...sin duda ahí tenía un hilo por donde indagar y desenredar la gran y oscura madeja.

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Margarita, abrió el local una mañana de lluvia incontrolable. A pesar de eso no cesaba de entrar gente y pedir encargos de confección. Margarita estaba encantada, por fin sus años confinada en Francia daban sus frutos. Por supuesto ella estaba un tanto verde, en el diseño de la indumentaria valenciana. Pero lo que si sabía era coser y diseñar una pieza única. Las clientes eran muy parecidas a las francesas, tenían muy claro lo que querían y les daba igual pagar un exagerado precio por ello. Al innovar Margarita creó un sin fin de modelos únicos, que la gente selecta estaba dispuesta a comprar. No ceso ahí su arte, pues decidió vestir también a la gente de la plebe. A precios mínimos pero con calidad. Eso si nunca de etiqueta sino mas estilo llaurador. Poco a poco se iba fraguando su negocio. Al volcarse tanto en este su mundo era solo el trabajo, y estaba dejando de lado los amoríos y los quehaceres del hogar. Su mente no cesaba de pensar, tenía que hacer algo. Así que un domingo soleado, llamo a su más fiel empleada y le confió el negocio. Le ascendió el cargo a encargada. Y se fue paseando hacia la iglesia. ¿Quién mejor que un cura, para aconsejarme...de aquí en delegar mi hogar en los quehaceres domésticos? Sin duda había tenido una gran idea...la tienda supervisada, el cura que le aconsejase una gobernanta para su hogar...nada le impediría buscar el amor, Valencia es grande. Aunque ella tenía todo el tiempo del mundo.

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Entre sollozos...Julio no paraba de repetirse una y otra vez que el destino estaba escrito. Las campanas de la iglesia volteando con fuerza indicando que ya por fin las puertas estaban abiertas para el sepelio. Julio dolido y destrozado no entendía porque la despedida a su hermano tenía que culminar ahí, en una simple iglesia. La noticia de la muerte, le fue anunciada por carta. Ni siquiera le dio tiempo ni a despedirse...sin duda eso mermaría a cualquiera. Pero a Julio que tenía verdadera predilección por Andresito aun incluso más, igual que una madre no quiere ver enterrar a sus hijos, un hermano mayor no quiere ver a uno chico. Por fin todo el pueblo se sentó en su sitio correspondiente, mientras el párroco gritaba un sermón sobre las injusticias de la vida. Mientras Julio tenía fijada su mente en el féretro, no dijo nada...casi ni respiro...cuando termino la misa se giro a su madre y le dijo:

-¡Madre, tengo que irme!

-¿A dónde vas hijo?, acabamos de enterrar a tu hermano...te necesito a mi lado, necesito saber que aun somos una familia. ¡Andresito así lo querría!

-Madre, no se apure...seguimos siendo una familia...prepáreme algo para cenar que sobre las 9:00h allí estaré, con usted. ¡Descuide!

Julio le dio un fuerte beso a su madre y salió caminando con destino a la posada:

-¡Póngame, el mejor vino que tenga! Y brindemos por mi hermano.

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Lucia ardía de curiosidad, tanto que no pensaba en otra cosa. Aun así tenía que ser discreta porque si seguía con su interrogatorio ofendería a la familia Uribarri, y que sería de ella sin su hospitalidad y sola en Madrid. Así pues, por el momento decidió callar, ser elocuente con su situación y en la sombra seguir con la trama de sus sospechas. María seguía enfrascada en los quehaceres de bordar, pero Lucia empezaba a cansarse. Pensó que el encierro era única y exclusivamente de María, así que porque no aprovechar la situación e ir de fiesta en fiesta con Pablo. Eso le abriría puertas, y viviría la vida que siempre había anhelado. Mientras cavilaba como abordarle el tema a Pablo si parecer interesada se topo con él, que salía hecho una furia del despacho. La puerta quedo entreabierta y pudo vislumbrar a María hecha un puñado de lágrimas. Pablo salió de la Mansión con un fuerte portazo que hasta los cuadros que adornaban la estancia se movieron con un toque rítmico a modo de danza. Lucia sin pensárselo entro en el despacho para consolar a su fiel amiga.

-¿María que ha sucedido? ¿Te encuentras bien?

Entre sollozos María intentaba explicarse, pero era imposible entenderla.

-Cálmate, voy a por una tila. Veras como te encuentras mejor, y así por fin podrás explicarte.

Lucia regreso de inmediato, al encuentro de su amiga portando entre sus manos una taza con una tila. La deposito en el escritorio, y obligo a su amiga a que la ingiriera.

Más calmada María empezó a darle una explicación de lo sucedido.

-Pablo ya no me quiere.

-Pero María, que tonterías son esas, pero si Pablo te adora.

-No son tonterías, cada vez que viene de un evento, ya no entra nuestra alcoba. Directamente se va a la contigua que es para invitados más allegados.

-Pero eso es normal, no quiere despertarte.

-No Lucia, antes no era así. Da igual la hora que acabase un evento. Venia, me despertaba y yacíamos juntos. ¡Malditas fiestas!

-María, pero eso tiene fácil solución, porque no vas alguna de ellas.

-Lucia, aun no lo entiendes. No soy yo la que no desea ir...por mi aspecto, de puertas afuera, Pablo se avergüenza de mí.

-¿Tu aspecto? ¿No entiendo?

-Querida amiga, mi color de piel es un problema en la alta sociedad de Madrid. A pesar de ser una rica heredera de una de las familias más ricas de Cuba.

-¿Pero qué problema hay?

-Según Pablo era la coletilla de muchos de los rumores, que se blandían en las reuniones.

-Pero debes hacerle entrar en razón, es tu esposo.

-Querida, en los tiempos que corren, el hombre es amo y señor.

Lucia no entendía porque Pablo actuaba así con su esposa, en su presencia ambos se deleitaban con miles de palabras y caricias románticas. Por una parte se sentía pletórica, porque por fin sabía el gran secreto de la familia, pero por otra parte disgustadísima por su amiga. Pero algo atormentaba su ser, estaba claro que María en la anterior conversación evito sacar a relucir el problema conyugal y de su tez. De ahí que en esa ocasión estuviera esquiva en toda la conversación, pero con Pablo fue distinto, desde el principio achaco el problema a su esposa. De hecho consagro el dato de que María, no salía por su propia voluntad. Lucia no sabía, que estaba pasando pero estaba muy claro...alguien le estaba mintiendo.

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Joel pensó que si el secreto oscuro iba vinculado a la profesión, la mejor forma de averiguarlo era dejándoselo caer por el sanatorio. Era un edificio robusto, lleno de ventanales luminosos que te adentraban a salas interminables y espaciosas donde había gente por doquier. Pasillos kilométricos, llenos de puertas. Joel sabía que puerta buscaba así que se encamino sin dudarlo a ella. Al adentrarse en la estancia, vio un pequeño escritorio donde una angelical enfermera hacia su trabajo. Si por algo se caracterizaba un argentino es por su don al coquetear, que sin duda Joel sabía muy bien utilizar.

-¿Sois real, o solo un espejismo?

Jijijij-río la enfermera.

-Disculpe caballero. ¿Puedo ayudarle en algo?

-Pues ha decir, verdad, si. Puede ayudarme y mucho. Vengo desde Madrid, buscando información. ¿Me ayudara?-Joel le guiño el ojo.

-Todo lo que esté en mi mano.

-Puede usted hablarme de los rumores, referentes al Doctor José María Aliaga Pérez. Claro está, si eso no le conlleva ningún riesgo ni a usted, ni a su trabajo. No podría obviar cualquier desagravio causado a su persona por mi culpa.

La enfermera miraba embelesada a Joel.

-Del Doctor solo se lo que cuentan.

-Y dígame... ¿Que cuentan?

-Pues que antes de trabajar en el sanatorio, hacía de ginecólogo particular. Asistía a la gente del pueblo, que no podía pagar una hospitalización. Atendía a parturientas con alumbramientos difíciles, problemas en la concepción y demás...

-Si querida, pero los rumores vienen encaminados por algo en concreto. ¿No podrías explicarme referente a que son debidos?

-Bueno no creo que sea tan grave como para que alguien de Madrid se interese por el tema, la verdad...

-Preciosa yo soy un simple notario-mintió Joel descaradamente, pero sabía muy bien que si le decía su autentica profesión, el chorro de respuestas abría terminado.

-¡A si! ¿Que al doctor le ha tocado una herencia?

-Tal vez, pero dejemos lo ahí. Es un asunto confidencial. Y como iba diciéndome, ¿por qué asunto corrían esos dichosos rumores?

-Según tengo entendido, asistió a una joven del pueblo que trabajaba en la ciudad. Era sirvienta según creo recordar...y la pobre chica sufrió un horrible final, depuse de la visita del doctor murió ensangrentada. Y claro imagine se su familia que es de aquí cargo toda la responsabilidad al pobre doctor. ¿Con lo bueno que es él?

-¿Sabe cómo se llamaba la chica, o los apellidos?

-Si claro, ella se llamaba Lupe Muñoz Ochoa, si así es si no me equivoco, ¡pero buf! Eso para que la va interesar a un notario. ¿No será su herencia, porque ya hace muchos años que falleció?

-No descuide, sino le importa me tengo que ausentar.

La enfermera se quedo mirando como Joel se alejaba. Este a su vez, iba pensando donde podría localizar a la familia Muñoz Ochoa, y porque no se había dado a conocer esta historia antes, que entresijos escondería aun toda esa estaña trama.

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Margarita entro en la sacristía, y hablo con el párroco. El cura, enseguida entendió su situación. Le hablo de una humilde mujer que acababa de perder a su hijo menor a manos de una grave enfermedad. También le comento que la mujer estaba en una situación crítica económicamente, que el único sueldo que entraba en su hogar era por parte de su hijo mayor, y que este hundido en una depresión se gastaba hasta el último cuarto en vino. Ambos vivían en una pequeña barraca costera en la albufera. La mujer era cristiana, devota y asidua a la iglesia, y en más de una ocasión se había encomendado a la caridad de la iglesia para servir un plato de comida caliente en su hogar. Margarita sufría, con cada penuria que el sacerdote le relataba sobre la familia. Acepto sin reparos un encuentro con la mujer. La cita tuvo lugar al acabar la misa de la tarde. Margarita enseguida supo de qué mujer se trataba. Vestida toda de luto riguroso y con una pequeña mantilla en la cabeza, su rostro reflejaba todas las heridas de una v ida llena de incertidumbre, penas y perdidas. Se acerco a ella.

-Buenas tardes, ¿Es usted Lourdes? No sé si el señor párroco le ha comentado que estoy buscando a una gobernanta para mi hogar que me lleve la casa, la limpieza y todos esos quehaceres. Estoy al corriente de su situación, y ante todo entendería que no quisiera aceptar, puesto que ha sufrido una gran pérdida y eso merma el ánimo de cualquier persona.

-Oh, señora... ¡Alabado sea el señor! Por supuesto que acepto, nunca viene mal algo de dinero extra.

Lourdes sabia que Julio no se lo iba a tomar bien, pero estaba harta, ella también sufría la perdida de Andresito, y no ahogaba sus penas en el alcohol.

Margarita, sonrió de pura felicidad. Ambas pasearon hasta la casa de dos plantas. En cuando Lourdes la vio quedo fascinada.

-Es usted, la famosa modista que ayuda a la gente como yo con los trajes tradicionales, ¡Oh dios mío, dios la tenga siempre en su gloria!

-No todo el mérito es mío, tengo una encargada que me ayuda muchísimo.

Ambas visitaron la casa, y llegaron a un contrato justo para las dos partes. Al día siguiente Margarita tendría una nueva amiga, y una nueva gobernanta para su hogar. Y para Lourdes sería el primer día de un prestigioso futuro.

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Julio vagaba entre dunas de resaca. El alcohol era su único amigo, puesto que se pasaba horas interminables unido a él. Se engañaba cada día con un vaso de vino, pensando que poco a poco se olvidaría del dolor que aprisionaba su pecho. Pero como cada mañana se despertaba al alba, con la misma pena, con una resaca descomunal y con un pesar que le desgarraba el alma. Hacía días que no coincidía con su madre. El se levantaba temprano para trabajar y no la despertaba, cogía su almuerzo que ya su madre le había dejado preparado y se encaminaba a trabajar. Después de la jornada laboral, pasaba la noches muertas en la posada. Hasta qué cerraba sus puertas, y tambaleándose paseaba hacia su casa. Al llegar tan tarde, y en las condiciones que iban, otra vez se acostaba sin ver a su madre. Estaba dentro de un círculo, todos los días eran iguales. Lo más triste es que no era consciente de ello. Para la sorpresa de Julio un día fue diferente. Al salir de trabajar fue como siempre a la taberna, se tomó un par de chatos y empezó a encontrarse verdaderamente mal. Su estómago, le ardía con fuerza. Del ardor pasó a dolor y del dolor a una pesadez extrema. Su cara reflejaba lo mal que se sentía. El tabernero se fijó en su palidez y le preguntó por su estado:

-Julio, chaval ¿te encuentras bien?

-¡No Tonin, la verdad es que no!

El dueño de la taberna no se lo pensó dos veces, mando al mozo a buscar al médico.

A los diez minutos estaba allí el doctor del pueblo, lo examino a conciencia.

-¿Muchacho, tienes algún familiar al que avisar?

Julio, estaba aterrado. Se pensaba lo peor y con la voz temblorosa dijo:

-A-se hizo un silencio incómodo. -¡A mi madre!

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Lucía estaba triste, no concebía la mentira. Ya había salido de la suya propia por eso abandonó su hogar, y otra vez el destino le jugaba una mala pasada. No sabía sí olvidarse del asunto, coger su petate y marcharse,  o bien coger el toro por los cuernos y preguntarle a Pablo si las sospechas de María eran o no infundadas. Una mañana soleada Lucía decidió, una pequeña prueba. Llevo a María al invernadero, de ahí a los enormes jardines de la mansión. Paseando y charlando Lucía iba fraguando perfectamente su plan. Al llegar a la entrada donde había dos grandes setos de bouganvillea con sus hojas tornándose rosas, María paró en seco.

-¡Uy, Lucía vamos para adentro!

-Con el maravilloso y radiante día, no te apetece salir un poco. Airearnos y ver que se ha puesto de moda últimamente... ¿venga María, hazlo por mí?

-Lo siento amiga mía, pero si saliera al exterior ¡Pablo no me lo perdonaría!

Lucía no insistió, la cara de Mari era todo un poema. Algún terror se cernía sobre ella.

Juntas pasearon olvidándose del asunto, del sol y de la preciosa mañana.